FUNDAMENTOS DE LA DIDÁCTICA DE LA LENGUA Y
LA LITERATURA
El aprendizaje del niño respecto a la lengua es muy
importante, fundamental y básico ya que de esa manera le será mas fácil
poder adquirir otros conocimientos relacionados
con otras áreas como las ciencias naturales, las matemáticas, ciencias
sociales, entendidas estas como el desarrollo de capacidades en la comprensión lectora
y la fluidez de palabras.
- 1. Integración en la enseñanza de la Lengua y la Literatura
Desde la ley orgánica de 1990, ley orgánica general del
sistema educativo (LOGSE), el estudio de la lengua y la Literatura se plantea
como forma integrada, de esta manera se
da una interrelación respecto a la enseñanza tanto del lenguaje como de la literatura,
donde se toman conceptos de una para ser aplicadas en la otra y viceversa.
- 2. Interdisciplinariedad
La
DLL es una materia interdisciplinar ya que se nutre de diversas disciplinas.
Perspectiva lingüística, Perspectiva
literaria, Perspectiva psicológica, Perspectiva sociológica.
- 3. Objetivo de la didáctica de la lengua y la literatura
Tiene como objetivo la formación de maestros, que sean
capaces de aplicar las teorías didácticas respecto a este tema, con el fin de
que puedan desarrollar en los educandos capacidades
comunicativas.
4. Requisitos del profesor de Lengua y Literatura
El profesor de este curso debe estar dotado de las capacidades que quiera que sus alumnos desarrollen, de esa manera él se convertirá un ejemplo y modelo a seguir, es decir, que el maestros debe tener un dominio de la palabra, por lo cual debe expresarse con fluidez.
“Es tarea del docente de lengua y literatura mejorar las
competencias comunicativas del alumnado”
Del enfoque gramatical al enfoque comunicativo
¿Por qué es necesario ya superar los enfoques prescriptivos (formales)
de la enseñanza de la lengua castellana y pasar a un enfoque comunicativo?
En
mi opinión, cualquier argumento a favor de un enfoque comunicativo de la
educación lingüística debe partir de la voluntad de encontrar respuestas a
interrogantes como éstos: ¿Para qué enseñamos lengua y literatura? ¿Con qué
criterios deben seleccionarse los contenidos lingüísticos y literarios?
¿Aprenden de veras los alumnos lo que les enseñamos en las aulas? ¿Qué debe
saber (y saber hacer) un alumno o una alumna para desenvolverse de una manera
adecuada en los diferentes contextos comunicativos de su vida personal y
social?
Si
consultamos al profesorado de lengua en la educación primaria y en la educación
secundaria, a lingüistas (sea cual fuere la orientación de la escuela
lingüística a la que se adscriban) o a especialistas en asuntos pedagógicos
sobre la finalidad de la enseñanza escolar de la lengua, veremos cómo unos y
otros coincidimos en la idea de que el objetivo esencial de la educación
lingüística ha sido, es y quizá deba ser siempre intentar contribuir a la
adquisición y al dominio de las destrezas comunicativas más habituales en la
vida de las personas (hablar, escuchar, leer, entender y escribir) y por tanto
a la mejora de las capacidades comunicativas del alumnado. Nadie niega ya que
el objetivo esencial de la educación lingüística es la adquisición y el desarrollo
de los conocimientos, las habilidades, las actitudes y las capacidades que nos
permiten desenvolvernos en nuestras sociedades de una manera adecuada y
competente en las diversas situaciones y contextos comunicativos de la vida
cotidiana.
Por
esta razón, el aprendizaje lingüístico en las aulas no debe orientarse de forma
exclusiva al conocimiento, a menudo efímero, de los aspectos morfológicos
o sintácticos de una lengua, sino, que ante todo, debe contribuir al dominio de
los usos verbales que las personas utilizan habitualmente como hablantes,
oyentes, lectores y escritores de textos de diversa naturaleza e intención. El
enfoque formal o prescriptivo de la enseñanza de la lengua partía de la idea de
que sólo el conocimiento de las categorías y de las reglas gramaticales de la
lengua haría posible la mejora del uso expresivo de las personas, pero, con la
extensión de la enseñanza obligatoria en las últimas décadas a alumnos y a
alumnas pertenecientes a grupos sociales hasta entonces ajenos a la educación escolar,
se ha comprobado que no basta con un saber gramatical que no es sino una
caricatura de cierta lingüística aplicada, sino que lo que se precisa es una
educación lingüística orientada a la mejora del uso oral y escrito del
alumnado.
En un enfoque comunicativo de la enseñanza de la lengua castellana,
¿cuál es la tarea del docente y cómo puede operar como mediador del cambio?
Hay
quien piensa que enseñar lengua en un contexto comunicativo es algo que rebaja
la calidad docente y que devalúa el nivel de los contenidos enseñados. Ante tal
falacia yo pregunto: ¿Qué es más facil? ¿Enseñar el adverbio o enseñar a hablar
de una manera fluida y adecuada? ¿Enseñar la estructura interna de una oración
simple o enseñar a escribir con corrección, coherencia y cohesión? ¿Enseñar la
vida y obra de un autor consagrado por la tradición literaria o enseñar a
apreciar la expresión literaria y contribuir a formar lectores críticos? La
tarea del profesorado en el contexto de un enfoque comunicativo es más compleja
ya que para enseñar en esta dirección no basta con tener una cierta formación
lingüística (casi siempre de orientación estructuralista o generativista) sino
que hay que utilizar otros saberes lingüísticos (pragmática, lingüística del
texto, semiótica...) y otras metodologías: frente a la clase magistral y a la
calificación académica del texto elaborado por un alumno o una alumna, hay que
actuar como mediador e intervenir en el proceso de elaboración de los textos
orales y escritos con estrategias concretas de ayuda pedagógica.
Carlos Lomas
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