lunes, 16 de julio de 2012



FUNDAMENTOS DE LA DIDÁCTICA DE LA LENGUA Y LA LITERATURA

El aprendizaje del niño respecto a la lengua es muy importante, fundamental y básico ya que de esa manera le será mas fácil poder  adquirir otros conocimientos relacionados con otras áreas como las ciencias naturales, las matemáticas, ciencias sociales, entendidas estas como el desarrollo de capacidades en la comprensión lectora y la fluidez de palabras.



  1. 1.       Integración en la enseñanza de la Lengua y la Literatura
Desde la ley orgánica de 1990, ley orgánica general del sistema educativo (LOGSE), el estudio de la lengua y la Literatura se plantea como forma integrada, de esta manera  se da una interrelación respecto a la enseñanza tanto del lenguaje como de la literatura, donde se toman conceptos de una para ser aplicadas en la otra y viceversa.



  1. 2.       Interdisciplinariedad
La DLL es una materia interdisciplinar ya que se nutre de diversas disciplinas.
Perspectiva lingüística, Perspectiva literaria, Perspectiva psicológica, Perspectiva sociológica.


  1. 3.       Objetivo de la didáctica de la lengua y la literatura

Tiene como objetivo la formación de maestros, que sean capaces de aplicar las teorías didácticas respecto a este tema, con el fin de que puedan desarrollar  en los educandos capacidades comunicativas.











4.       Requisitos del profesor de Lengua y Literatura


El  profesor de este curso debe estar dotado de las capacidades que quiera que sus alumnos desarrollen, de esa manera él se convertirá un ejemplo y modelo a seguir, es decir, que el maestros debe tener un dominio de la palabra, por lo cual debe expresarse con fluidez.


“Es tarea del docente de lengua y literatura mejorar las competencias comunicativas del alumnado”


Del enfoque gramatical al enfoque comunicativo

¿Por qué es necesario ya superar los enfoques prescriptivos (formales) de la enseñanza de la lengua castellana y pasar a un enfoque comunicativo?
En mi opinión, cualquier argumento a favor de un enfoque comunicativo de la educación lingüística debe partir de la voluntad de encontrar respuestas a interrogantes como éstos: ¿Para qué enseñamos lengua y literatura? ¿Con qué criterios deben seleccionarse los contenidos lingüísticos y literarios? ¿Aprenden de veras los alumnos lo que les enseñamos en las aulas? ¿Qué debe saber (y saber hacer) un alumno o una alumna para desenvolverse de una manera adecuada en los diferentes contextos comunicativos de su vida personal y social?
Si consultamos al profesorado de lengua en la educación primaria y en la educación secundaria, a lingüistas (sea cual fuere la orientación de la escuela lingüística a la que se adscriban) o a especialistas en asuntos pedagógicos sobre la finalidad de la enseñanza escolar de la lengua, veremos cómo unos y otros coincidimos en la idea de que el objetivo esencial de la educación lingüística ha sido, es y quizá deba ser siempre intentar contribuir a la adquisición y al dominio de las destrezas comunicativas más habituales en la vida de las personas (hablar, escuchar, leer, entender y escribir) y por tanto a la mejora de las capacidades comunicativas del alumnado. Nadie niega ya que el objetivo esencial de la educación lingüística es la adquisición y el desarrollo de los conocimientos, las habilidades, las actitudes y las capacidades que nos permiten desenvolvernos en nuestras sociedades de una manera adecuada y competente en las diversas situaciones y contextos comunicativos de la vida cotidiana.
Por esta razón, el aprendizaje lingüístico en las aulas no debe orientarse de forma exclusiva al conocimiento, a menudo efímero,  de los aspectos morfológicos o sintácticos de una lengua, sino, que ante todo, debe contribuir al dominio de los usos verbales que las personas utilizan habitualmente como hablantes, oyentes, lectores y escritores de textos de diversa naturaleza e intención. El enfoque formal o prescriptivo de la enseñanza de la lengua partía de la idea de que sólo el conocimiento de las categorías y de las reglas gramaticales de la lengua haría posible la mejora del uso expresivo de las personas, pero, con la extensión de la enseñanza obligatoria en las últimas décadas a alumnos y a alumnas pertenecientes a grupos sociales hasta entonces ajenos a la educación escolar, se ha comprobado que no basta con un saber gramatical que no es sino una caricatura de cierta lingüística aplicada, sino que lo que se precisa es una educación lingüística orientada a la mejora del uso oral y escrito del alumnado.

En un enfoque comunicativo de la enseñanza de la lengua castellana, ¿cuál es la tarea del docente y cómo puede operar como mediador del cambio?

Hay quien piensa que enseñar lengua en un contexto comunicativo es algo que rebaja la calidad docente y que devalúa el nivel de los contenidos enseñados. Ante tal falacia yo pregunto: ¿Qué es más facil? ¿Enseñar el adverbio o enseñar a hablar de una manera fluida y adecuada? ¿Enseñar la estructura interna de una oración simple o enseñar a escribir con corrección, coherencia y cohesión? ¿Enseñar la vida y obra de un autor consagrado por la tradición literaria o enseñar a apreciar la expresión literaria y contribuir a formar lectores críticos? La tarea del profesorado en el contexto de un enfoque comunicativo es más compleja ya que para enseñar en esta dirección no basta con tener una cierta formación lingüística (casi siempre de orientación estructuralista o generativista) sino que hay que utilizar otros saberes lingüísticos (pragmática, lingüística del texto, semiótica...) y otras metodologías: frente a la clase magistral y a la calificación académica del texto elaborado por un alumno o una alumna, hay que actuar como mediador e intervenir en el proceso de elaboración de los textos orales y escritos con estrategias concretas de ayuda pedagógica.
                                                                        Carlos Lomas










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